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Cátedra Ernesto Che Guevara - Universidad Nacional de La Plata.
Sábado 30 de agosto de 1997. 18 hs. Aula 1 del ex Jóckey Club (48 e/6 y 7).
CLASE INAUGURAL.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
Guillermo Cieza, Martín Obregón, Gabriel Fernández, Orlando Díaz.
Jorge Pérez, Manuel Gaggero, Miguel Mazzeo, Alexis Latendorf.


Guillermo Cieza:
Buenas tardes. Bienvenidos a la Cátedra Ernesto Che Gue­vara. Quiero empezar pidiendo disculpas por algunas incomodi­dades que tenemos con respecto a la ubicación de los presentes. La convocatoria realmente ha excedido nuestros pronósticos más optimistas. De todas maneras, creo que esta concurrencia convo­cada por la figura de Ernesto Che Guevara es una buena señal. Celebro entonces que tengamos, para hablar de Guevara, estas in­comodidades.
Vamos a iniciar esta Cátedra al terminar el mes de agosto, mes en que se conmemora el fallecimiento de José de San Mar­tín, tan argentino y latinoamericano como Guevara. La historia ofi­cial, lamentablemente, convirtió en bronce un ejemplo de vida muy rico, por sus convicciones, por sus ejemplos, por sus lealta­des, por sus desobediencias. Estamos en deuda con San Martín y algún día sería bueno la organización de seminarios para bajar a este prócer de la estatua y llevarlo a la carne y hueso.
En este mes de agosto, también recordamos los 70 años del asesi­nato, después de una parodia de juicio, de Sacco y Van­zetti, dos trabajadores anarquistas condenados por sus ideas. También en este mes de agosto, hace 35 años teníamos al primer desapare­cido político de nuestro país, el obrero metalúr­gico Fe­lipe Va­llese. Hace 25 años se producía la masacre de Trelew, quizás un anticipo del proceso genocida que nos dejaría un (...) saldo de 30.000 desaparecidos.
En este mes de agosto, también, de este año, en nuestra ciu­dad fueron detenidos 78 militantes populares que participaban de un corte de ruta, en el marco de un paro convocado por las centrales sindicales CTA y MTA. Algunos de esos militantes que pertene­cían a distintas agrupaciones políticas, gremios y agrupaciones de secundarios, hoy siguen procesados. Estas de­tenciones forman parte de una escalada represiva que se viene desarrollando en nuestra ciudad. Desde esta Cátedra denuncia­mos esta escalada y adherimos a los reclamos por la libertad de los presos políticos y el cese de las persecuciones judiciales. En ese sentido, adherimos a una valiosa tradición mantenida en nuestro país durante déca­das. El origen político, la organización a la que pertenecen los presos políticos, los asesinados, los de­saparecidos, pierden impor­tancia frente a la necesidad de un re­clamo unitario. Fueron, son y serán nuestros presos, nuestros muertos, nuestros desaparecidos. Desde allí hacemos el reclamo y adherimos a la iniciativa que vuelvan a su vida en libertad.
Con respecto al tema de hoy, quería comentarles que veni­mos con el atraso de una clase porque fue suspendida la semana pa­sada por el paro. Por eso decidimos juntar las dos clases de "Antecedentes" en una misma jornada, hecho que va a restrin­gir­nos hoy en lo que hace al debate, es decir, vamos a tener me­nos tiempo. Pero antes de pasar a las distintas personas que van a participar en esta presentación, se va a dar a lectura un docu­mento de las agrupaciones universitarias que han trabajado en la organización para traer esta Cátedra a la ciudad de La Plata. Voy a ceder la palabra al estudiante Martín Obregón.


Martín Obregón:
Buenas tardes. Bueno, como bien dijo Guillermo voy a dar lectura a un documento que en forma conjunta redactaron las agrupaciones que organizan la Cátedra acá en La Plata, las agru­paciones AULE de Humanidades, MUECE de Ciencias Econó­micas, Forja de la facultad de Derecho y Raíces de la Escuela de Trabajo Social.
El motivo que nos moviliza para organizar esta actividad tiene su origen en la voluntad de discutir una serie de temas que hoy están ausentes en las universidades, y en la necesidad de profun­dizar el proceso de recuperación de la memoria his­tórica que el movimiento popular está experimentando en estos últimos tiem­pos, a través de nuevos debates sobre un conjunto de problemáti­cas que han sido sistemáticamente negadas o deformadas por la historia oficial.
La idea de una cátedra sobre Ernesto Guevara surgió por ini­ciativa de un grupo de estudiantes, militantes, docentes y gradua­dos de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, pro­yecto que se concretó desde el cuatrimestre pasado en esa fa­cultad. La idea de estudiar, investigar y difundir esta historia fue extendiéndose por diferentes puntos del país, como Cór­doba, Rosario, Mar del Plata, Témperley, y el comienzo de esta Cátedra en La Plata es una expresión más del creciente interés por el estudio de estos te­mas.
La Cátedra tiene el carácter de libre, es decir que todos los in­teresados pueden cursarla, sean o no estudiantes universita­rios. No partimos desde una orientación dogmática ni unidi­reccional, sino que lo concebimos como un espacio académico donde sea posible reflexionar y debatir, respetando las distin­tas prácticas e interpretaciones. Pensamos la Cátedra como un lugar que pueda movilizarnos y a través del cual muchos pue­dan acercarse a la universidad. Un ámbito desde donde gene­rar proyectos para el conjunto de la sociedad, que fomente la circulación de ideas y promueva el espíritu crítico a partir del análisis de nuestra propia historia. Entendemos que lo acadé­mico y lo político van unidos, porque de lo que se trata es de pensar y conocer para transformar la sociedad, y no resulta posible fragmentar los procesos de apro­piación y generación de conocimientos de la acción política y de la ideología.
Proponemos discutir al Che, lejos de aceptar las deforma­cio­nes y ataques malintencionados a sus ideas y su lucha, sino anali­zando su pensamiento político, sus límites, su actualidad. Interro­garnos críticamente sobre las diferentes apropiaciones, desde el mito incuestionable hasta el símbolo sin historia, el ícono de mer­cado. Pero la posición básica de la Cátedra es la de no pensarlo como quijote, idealista solitario, sino como ex­presión de varias generaciones de revolucionarios latinoame­ri­canos, el Che como rostro de toda una tradición de luchado­res sociales y militantes políticos antiimperialistas, que dieron sus vidas para liberar a sus sociedades.
No vaciar la figura de Guevara significa rescatar sus valo­res, el papel de la voluntad, la dedicación, la acción militante conse­cuente, la revalorización de una moral superadora, la construc­ción de una nueva actitud solidaria y una nueva sensi­bilidad. Re­cuperar ese contenido, esos conceptos, implica pro­vocar un quie­bre respecto a las pautas culturales que se nos presentan como hegemónicas en la actualidad.
Polemizar y no santificar, criticar y cuestionarnos también a nosotros mismos. Lo cual no significa que pretendamos adueñar­nos de su figura, ni establecer estériles distinciones en­tre verdade­ros o falsos continuadores del guevarismo, sino que, por el con­trario, lo que tiende a prevalecer es la discu­sión. Abordar la obra teórica y práctica del Che o reflexionar sobre la proyección actual de su legado, son todas cuestiones de de­bate antes que de apolo­gías y homenaje.
En nuestro país, la derrota del movimiento popular, el avance del capitalismo neoliberal y la ausencia de proyectos alternativos, nos plantean la necesidad de recomponer nues­tras fuerzas, y de pensar en nuevas bases y formas de partici­pación y de construc­ción política. Este espacio está orientado en el sentido de contri­buir en la recuperación de conceptos e ideas para poder recrearlos y proyectarlos hacia el futuro. Forzar los límites de lo posible-im­posible requiere proveernos de he­rramientas y elementos para la crítica, conocer para aportar en la construcción de una nueva so­ciedad, unir la teo­ría y la práctica en un proyecto transformador.
Señalamos que el objetivo era a la vez político y académico. Como agrupaciones políticas queremos que así sea nuestro acer­camiento al Che, tomar esta historia como parte de nues­tra for­mación integral. Por eso queremos también destacar la im­portan­cia de una cátedra como ésta en nuestra universidad, ante el vacío académico existente.
La universidad atraviesa un momento en donde las políti­cas y los programas académicos no son los nuestros, no los deci­dimos nosotros. Las autoridades han venido adaptándose a las disposi­ciones que dicta el gobierno nacional, y las refor­mas impulsadas en la educación -y dentro de ella, en el nivel supe­rior- son las que han planificado los organismos de cré­dito in­ternacionales. Las modificaciones que se refieren al pa­pel a desempeñar por la uni­versidad, las estructuras institu­cionales, los modelos de construc­ción del conocimiento, los criterios académicos y de investiga­ción, son realidades que nos plantean el desafío de anteponer un proyecto propio, lejos de aceptar las concepciones utilitaristas y mercantiles de la edu­cación, los subsidios interesados en achatar nuestro pensa­miento, las se­cretas evaluaciones y categorizaciones que imi­tan las jerar­quías empresariales, los incentivos y premios que se inyectan como fomento a la lógica de la beca y la salida in­dividual. Por eso nosotros no hablaremos de créditos, puntajes o bonifica­ciones, conceptos que representan mucho más que una casual coincidencia con el vocabulario bancario, ya que en estos ám­bitos de lo que se trata es de encontrarnos, re­flexionar y crear.
Si observamos la tendencia y los parámetros que rigen hoy en nuestra universidad, las carreras de grado no deberían in­corporar los temas que esta Cátedra presenta para estudio e investigación. El programa de la Cátedra quedaría encua­drado, en cambio, como especialización para ser dictada ex­clusivamente a través de las modernas maestrías, es decir, en cursos de posgrado inaccesi­bles por aranceles y cupos, que ex­cluyen a la mayoría -inclusive graduados-. Son estos niveles, que limitan el acceso al conoci­miento, los que las autoridades universitarias se empeñan en for­talecer, en perjuicio de la en­señanza de grado.
Pero incluso un proyecto de posgrado debe ser acreditado, a través de arbitrarios mecanismos, para obtener el financia­miento del FOMEC, programa del Banco Mundial que co­mienza a re­emplazar el presupuesto estatal. ¿Dónde quedaría el objetivo aca­démico-político si nos subordináramos a la ló­gica que pretenden imponernos, y que sólo promueve la acre­di­tación y el perfeccio­namiento personal a costa del resto de la comunidad educativa? ¿Hablar de la lucha latinoameri­cana y del antiimperialismo por gracia de las dádivas que ofrecen los organismos que sojuzgan a nuestros pueblos?.
Por eso las condiciones de realización de esta Cátedra re­pre­sentan una alternativa, que nos debe permitir avanzar en la consti­tución de un discurso académico que quiebre las tenden­cias esta­blecidas actualmente. Esta Cátedra es posible gracias a la mili­tancia, el esfuerzo y el trabajo voluntario de muchos compañeros, y es una forma más de seguir cuestionando desde adentro a la universidad, enfrentando los proyectos de degra­dación de nuestra formación y elitización del acceso al cono­cimiento. Es posible que hoy una de las maneras de continuar la lucha en defensa de la educación y desarrollarla con un cauce político transformador sea concebir a la docencia y la investigación como partes integrantes de nuestra actividad mi­litante; la enseñanza y el aprendizaje sin recompensas materia­les, un ayuno cotidiano en la búsqueda por el reconocimiento. Esta es la expresión de un proyecto que aspira a que, a partir de la creación de nuestros propios espacios, podamos recupe­rar también los espacios que son de todo el pueblo. Que se­a­mos nosotros los que elegimos qué queremos estudiar, qué tex­tos queremos leer, quiénes queremos que sean nuestros maes­tros; y que podamos reflexionar en forma colectiva sobre el pa­sado, el presente y el futuro.
Estas son algunas consideraciones que nos sugiere el co­mienzo de la Cátedra Che Guevara, pidiendo, desde ya, discul­pas por las falencias organizativas, y agradeciendo inmensa­mente a los compañeros de la agrupación El Mate, de la facul­tad de Ciencias Sociales de Buenos Aires. Muchas gracias.

G. Cieza:
Voy a ceder la palabra a Gabriel Fernández, que es coordina­dor de la Cátedra de la UBA y que también nos acompaña en la coordinación de esta Cátedra.

Gabriel Fernández:
Qué tal, compañeros. Les agradezco enormemente que estén aquí, así como agradezco profundamente a la organización de los compañeros de La Plata, y a aquella iniciativa del año pasado de la gente de El Mate, como mencionaba el compañero recién, que pa­recía destinada inicialmente a congregar únicamente a personas que adscriben exclusivamente a una doctrina determi­nada. Sin embargo, tal vez por no haber abrevado adecuada­mente, entre otros revolucionarios argentinos, en el Che Gue­vara, no logramos prever la magnitud del desarrollo de este tipo de encuentros. Fe­lizmente se dio, y me hace recordar a expre­siones del Che vincu­la­das con esto que es el tema del aprendi­zaje y el tema del saber. Cuando Guevara instruía a compañeros de distintos lugares de la Unión de Jóvenes Comunistas en Cuba para tareas alfabetizado­ras, él les comentaba: no se equivoquen, ustedes llevan herra­mien­tas técnicas, instrumentos, teorías valio­sas para la gente, pero la arquitectura, el contenido, el saber en sí mismo está en la gente misma, lo que hay que hacer es desa­rrollarlo. En ese sentido, la amplitud de criterios ha regido la Cátedra en Capital Federal y, por el buen trabajo en el ordena­miento del programa y en la se­lección de docentes que hemos visto en La Plata, va a regir esta Cátedra que se inicia hoy.
La intención es que la rigurosidad sea fuerte, que el nivel do­cente sea importante, para que la transmi­sión de conocimientos sea lo más sólida posible, pero al mismo tiempo que abarque la enorme riqueza histórica que tiene el mo­vimiento popular argen­tino a la hora de interpretar la realidad. Que abarque las distintas corrientes que hoy mantienen un espí­ritu de liberación para se­guir adelante en base a los intereses más profundos de la socie­dad. A eso se dirigía el Che Guevara como a eso se dirigían enormes re­volucionarios, a quienes deseamos inte­grar en el ho­menaje que significa esta Cátedra, por caso, John William Cooke, por caso, Agustín Tosco, desde distintas vertien­tes del movimiento popular, sintetizados en todas las corrientes que conforman ese enorme contingente humano que es la lucha de los 60 y los 70, que derivó lamentablemente en 30.000 desapa­re­cidos, que nos acompañan hoy a nosotros y a quienes también dedicamos como homenaje esta Cátedra que se inicia hoy.
¿Para qué sirve estudiar historia si lo que nosotros queremos es transformar la realidad presente?. Y en ese sentido no quere­mos engañar a nadie. Porque si bien nosotros trabajamos sobre la investigación y el desarrollo académico, lo que queremos es, sin partidización, vertir conceptos que vayan hacia la transfor­mación integral de los espacios sociales. Sirve en ese sentido si no lo to­mamos desde un solo sector, sino el consenso amplio desde el conjunto del campo popular, para evaluar lo que hemos llamado tres movimientos básicos de la historia de un pueblo. El primer movimiento es la admisión de esa historia, algo que nos ha sido negado en los últimos 20 años. La admisión de que en lugar de grupos de café, de grupos reducidos y minoritarios en­frentados al sentir popular, hubo enormes movimientos de masas en la repú­blica Argentina y en América Latina que lucharon por la libera­ción. En segundo lugar, como decía el compañero en ese exce­lente documento que leyó, la verdadera valorización del pensa­miento crítico, que nos puede llevar a evaluar si se come­tieron ciertos errores y en todo caso en qué marco se cometie­ron, para no trope­zar con la misma piedra en ese punto ciego que suele te­ner la vista de los que miran mucho para adelante. Y al mismo tiempo, en el tercer movimiento, es la aplicación con­creta de esas expe­riencias. Creo que la virtud de la Cátedra Che Guevara en Capital, y por lo que hemos visto en los distintos lu­gares donde se ha or­ganizado, es básicamente la transmisión de conocimientos, la cir­culación de información y el tirar puntas para una reflexión que ustedes ya tienen, que ustedes desarrollan en tanto personas inte­resadas en el acontecer de nuestro país y en el acontecer de Amé­rica Latina.
Si nosotros seguimos profundizando en esto, si noso­tros se­guimos fomentando el encuentro popular, el diálogo popu­lar que logre hacer de colchón interpretativo para el mensaje neo­li­beral hege­mónico del poder, que nos dice que la historia ha ter­minado y que nada sirve ya, si nosotros logramos recrear esa capa interpre­tativa que hace de nivel de comprensión de lo que nos pasa a los argen­tinos, vamos a poder reconstruir esas co­rrientes que en parte año­ramos, pero sobre todo las vamos a re­construir de modo me­jor.
Para finalizar, es muy probable que los más jóvenes que es­tán aquí sientan, cuando se habla del Che Guevara, porque es inevi­table cuando se aborda una figura tan importante, que se está ha­blando de alguien inalcanzable. Nosotros desde la Cáte­dra que­remos remarcar eso fundamentalmente. El Che Guevara no es inalcanzable, es una síntesis histórica, es un momento de lucha, es una instancia importante que debe ser tomada como ejemplo hoy, pero los jóvenes argentinos de hoy van a ser mejo­res que lo que fueron aquéllos, y no en un sentido descalifica­dor, sino porque van a aprender efectivamente lo mejor que nos dejaron como le­gado. La historia no ha terminado, la historia está abierta y po­demos se­guir avanzando. Gracias por estar aquí.

G. Cieza:
Dejando terminada esta parte de la presentación de la Cáte­dra, yo le voy a ceder la palabra a un compañero que ha venido de vi­sita, y que realmente nos enorgullece tenerlo con nosotros hoy muy especialmente. Se trata del compañero Orlando Díaz, que es Agregado Diplomático de la Embajada de Cuba, que ha venido a acompañarnos. Creo que nadie mejor que él para ter­minar, con su saludo, la presentación de esta Cátedra.

Orlando Díaz:
Estimados amigos. Ante todo, transmitirle mi saludo y un sa­ludo del colectivo de trabajadores de la misión diplomática de Cuba, y particularmente de nuestro embajador Nicolás Rodrí­guez, a esta iniciativa de iniciar esta Cátedra del pensamiento po­lítico del comandante Ernesto Che Guevara aquí en la ciudad de La Plata y en su combativa universidad, la cual servirá para co­nocer las ideas conjuntas de acción de uno de los hombres más brillan­tes de nuestro siglo.
Erradicar la miseria, el atraso cultural y la in­salubridad de nuestro pueblo de América, lo llevaron a ser un ac­tivo luchador por la Revolución Cubana. Actor decisivo junto a Fi­del en el triunfo de los logros y de la unidad del pueblo de Cuba, la ac­ción diaria y el ejemplo personal del Che lo identificaron con la más clara imagen de disciplina, honestidad, voluntad, valor, humildad, creatividad y solidaridad para los hombres y mujeres de mi patria. A 30 años de su muerte, Che se agiganta, su pen­samiento recorre el mundo, se profundiza el estudio de su in­mor­tal acción, pese a los intentos de desacreditar su figura. Los che­rófilos y cubanófilos al servicio de intereses de los monopo­lios y de la geopolítica, en su momento anunciaron Che está preso en Cuba por disidente, fue ocultado y fusilado, lo elimina­ron porque le hacía sombra a Fidel. No lograron confundir a la gente que piensa. Che, él mismo era el hombre nuevo del que hablaba. Cada día en el matutino de nues­tras escuelas, después de cantar el más que centenario himno na­cional nuestro, los alumnos concluyen: seremos como el Che, que es la conducta del ciudadano que que­remos y aspiramos a que nuestras presen­tes y futuras generacio­nes de cubanos. Sencillo y modesto ho­menaje al que dio su vida por los humildes de todas las latitudes.
Permítanme desearles el mayor éxito a todos los que tuvie­ron esta iniciativa, y a ustedes que participan de ella y nos acompañan en esta tarea. Muchas gracias.

G. Cieza:
Culminando esta etapa de presentación, vamos a pasar, ahora sí, a la presencia de los compañeros docentes que están aquí pre­sen­tes. Voy a invitar a Miguel Mazzeo, a Alexis Laten­dorf y a Jorge Pérez que se acerquen a la mesa.
Ahora vamos a pasar a nuestro primer expositor que es Jorge Pérez, un militante popular de la zona de Almirante Brown, un compañero de reconocida trayectoria.

Jorge Pérez:
Buenas noches a todos. Muchos de los que no somos tan jó­ve­nes como ustedes observamos con alegría cómo las palabras malditas de hace 20, 25 años se han tornado objeto de estudio. Hoy podemos ver libros, revistas, discos, remeras, gorras, pero no podemos ocultar a la vez una preocupación por lo que he ex­pre­sado. Porque se pretende plantear al Che, como ya han seña­lado algunos compañeros, como un semidios. Y plantear al Che como un semidios implica decirle al resto de los mortales: sigan ha­ciendo la suya, ustedes nunca van a poder ser como el Che, tener actitudes del Che, sálvense como puedan.
Han expresado alguno de los compañeros que me precedie­ron en la palabra esta cuestión de la generación. No voy a ex­tenderme al respecto, sólo dar algu­nos ejemplos. Cuando se ha­bla de Mi­guel Ángel no es posible ig­norar todo el movimiento social y eco­nómico de la época, y no re­cordar a Rafael o a Tin­toretto. Cuando se habla de Shakespeare no se puede ignorar la época isabelina, con Johnson (...). Cuando se habla de Pelé, no surgió de casualidad, también estaba ese fút­bol brasileño, Vava, Zagalo, Didí, Garrincha. Pero en todos los órdenes así es la his­toria. Cuando se habla de Chicago y Al Ca­pone también estaba (...). Cuando dentro de algunos años se hable de la Argentina de Ya­brán, muchos van a decir: pero cómo este hombre alcanzó seme­jante fortuna al calor del poder. Y también Yabrán es parte de una generación, no es una excepción. Quien estudia más atenta­mente tendrá que ver también a Caserta, a Ibrahim Al Ibrahim, o hasta el mismo presi­dente de la nación. Y como ha­blamos de ge­neraciones voy a em­pezar por un intento de contar qué pasaba en la época del Che. Y tengo que recurrir a este mo­desto mapa.
El Che, como ustedes re­cordarán, nació el 14 de junio de 1928. Tenía 11 años el Che cuando se desata la segunda guerra mundial que, todos recorda­rán, comienza el 1º de septiembre del 39. En junio de 1941 la Alemania nazi ataca a la Unión Sovié­tica. En ese instante se pen­saba que, por otra parte hubo rápidas victorias de los alemanes, que iba a desaparecer el único país so­cialista del mundo. Durante tres años no hubo un segundo frente. Cuando termina la guerra, occidente observa con preo­cupación, y cuando termina la guerra el Che tenía 17 años, por­que estamos hablando de 1945, la guerra termina el 6 de mayo de 1945, un mes antes, un mes y pico antes que el Che cumpla 17 años. Y la segunda guerra mundial arroja como resultado la preminencia no­table, por una parte, de los Esta­dos Unidos, pero por el otro lado de la Unión Soviética. Y enton­ces ya no sólo había un país socia­lista, y acá no quiero entrar en discusiones particulares sobre qué pasaba en la URSS, sobre la burocracia, sino era la visión general que había, ya no era sólo la Unión So­viética, sino que además habían pasado a formar parte de ese mundo socialista, por distin­tas circunstancias, por la presencia del Ejército Rojo, por la lucha de los pueblos, también Polonia, toda esta zona, Polonia, Checos­lovaquia, Hungría, Bulgaria, Ru­mania, Albania, Yugoslavia, una cuarta parte de Alemania, que se dio en llamar Alemania Orien­tal.
Había también preocupación en occidente porque había cre­cido notablemente el número de adeptos a los partidos comunis­tas de Italia y Francia. En Francia llegó a ganar el 22%, en Italia su­peraba esa cifra. Por eso viene el Plan Marshall, como expre­sión de esa actitud preocupada por parte de occidente.
Pero no sólo había pasado eso en Europa. En el año 1945 los mapas de la época mostraban que había sola­mente tres países in­dependientes. Eran Egipto, era Liberia, era Etiopía. Egipto, eran países independientes, pero simplemente la bandera, en Egipto es­taba el rey Faruk, que fue desplazado por una revolu­ción na­cio­nalista allá por el año 51 con Gamal Nasser. Liberia era un es­tado artificial creado por los norteamericanos, por el presidente Mon­roe, el siglo pasado, para sacarse a los negros de encima. Bar­cos con negros a Liberia y ahí nació otra nación. Y como ho­me­naje al creador de Liberia la capital era Monrovia, por el presi­dente Monroe. Y en Etiopía, el otro país indepen­diente, estaba regido desde 1918 por Haile Selassie, el rey de re­yes, un señor feudal. Pero con los años, y ya cuando el Che ya tenía 18, 19, 20, 21 años, podemos tomar por ejemplo 1948, el Che con 20 años, ya se producía en la India, lo que hoy es la In­dia, Pakistán, Ban­gla­desh y Sri Lanka, que era Ceilán, los ingle­ses se tie­nen que re­ti­rar. También tuvieron que retirarse de In­donesia los holandeses en 1948. Estamos hablando de países con centenares de millones de personas. Ese mapa africano, al que había hecho alusión hace algunos instantes, se va transfor­mando porque los africanos que habían sido mandados al frente, y con toda la impli­cancia que tiene el término, volvían y cruda­mente eran tratados como perso­nas de segunda categoría. Hay insurrec­ciones en África. Que con el tiempo, entre las insurrec­ciones y en­tre la de­bilidad del colo­nialismo, hoy en África todas las naciones son in­dependientes, como bandera. Pero nosotros no lo veíamos tan así, nosotros veíamos que el colonialismo se retiraba por todas partes.
En el año 1954, el Che tenía 26 años, y comienza la famosa insurrección que termina con la victoria argelina de Ben Bella, que nos visitara hace un par de meses. En Vietnam, ya en 1945 comienza, sigue, los vietnamitas resistían del 41 al 45 contra los japoneses, en 1945 empieza la lucha contra los franceses; los echan en 1954, después de la famosa batalla de Dien Bien Phu, y son remplazados por los norteamericanos. Ya antes, ya por el 57, 58, 59, estaban las actividades de Patrice Lumumba. Ya co­men­zaban a darse movimientos que después concluyen con paí­ses so­cialistas en Angola, Mozambique, Guinea, Cabo Verde. Entonces, qué nos decía algún burgués por ahí. Y... el socia­lismo va a venir.
Otro elemento, por ejemplo, era que en 1957, creo que por oc­tubre, la Unión Soviética pone en órbita el primer satélite ar­tifi­cial, el Sputnik. En 1952 la Unión Soviética comienza a par­tici­par de los juegos olímpicos, los juegos de Helsinki, después en el 56 en Melbourne, con gran éxito. El ajedrez soviético se impone a partir de 1951. Entonces todo un marco, y estoy ha­blando enton­ces de cuando el Che tenía 17, 18, 19, 20, 21. Lo que pensába­mos, noso­tros teníamos algunos años menos, era que estaba cambiando la historia. Distinta es la situación. Des­pués de las noticias que nos llegan, lo que se intenta hacernos creer es que en este mundo globalizado ya no se puede hacer nada, que sólo se puede hacer cambios cosméticos, como los que plantea ahora In­glaterra o los éxitos de la socialdemocracia.
Pero no sólo en esa generación, o lo que veía el Che, tiene que ver con lo contemporáneo, con lo que pasaba en el año 45. Una persona formada en un hogar de cierto nivel intelectual no podía dejar de conocer que no se puede confiar ni en los coloni­zadores, ni en los militares, ni en los bur­gueses. Cuando llega Hernán Cor­tés es recibido como huésped por Moctezuma y después se da lo que todos conocemos. Atahualpa, el inca, es ci­tado en Cajamarca por los españoles, cuando llega lo secues­tran, piden un rescate y después lo matan igual. La historia de traiciones es propia, algu­nos com­pañeros nos van a hablar de lo que pasó con Sandino, que va a una cita; con Pancho Villa, que se rinde y lo ma­tan después, al­gunos años des­pués; con Salazar un lugarteniente (...) de Felipe Varela; o con el Chacho Peña­loza; o con Facón Grande que la historia la narra Osvaldo Bayer y aparece en la pe­lícula. Uno de los últimos ejemplos, que es después del Che, que es Trelew, que los compa­ñeros se rinden, y es otra de las cosas que hay que re­cordar, que se rinden y son asesinados.
Y había otra parte que era el clima intelectual de la época, que también adver­tía sobre el imperialismo de los Estados Uni­dos. Una de las cues­tiones que no podía dejar de conocer el Che era que Estados Uni­dos, que fundó las 13 colonias, eran 170 mil kilómetros cuadra­dos, las colonias sobre la costa este de los Es­ta­dos Unidos, 170 mil kilómetros cuadrados. Hoy Estados Uni­dos tiene nueve millo­nes 390 mil kilómetros cuadrados, y esto se ha logrado merced al asesinato de los indios, como también se dio acá, a compras de te­rritorio y un engorde a expensas de México. México perdió el 55% de su territorio en guerras entre 1845 y 1848. Perdió Texas, Nuevo México, California, Arizona, Ne­vada. Texas solo tiene un millón de kilómetros cuadrados.
¿Y?, ¿qué decían, qué decían re­nombrados intelectuales?. Quiero recordar algunos. Rubén Darío nos regala algo que es muy im­por­tante leer y releer, y Alexis comparte, decía el co­mienzo de la "Oda a Roosevelt" —fue el pre­sidente norteameri­cano que asume des­pués de la muerte de McKinley en 1901, hasta 1908—, la "Oda a Roosevelt", creo que es del año 1904, decía: Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América his­pana que tiene sangre indí­gena, y que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. Quiero remarcar esto: y aún habla en es­pañol. Rubén Darío nos avisa en 1904 de lo que va a pasar con todo el inglés.
Nicolás Guillén, años después, ve el resultado. Tiene una po­esía sobre Puerto Rico. Puerto Rico había sido to­mada en la gue­rra de 1898, Estados Unidos contra España. Puerto Rico pasa a ser estado libre asociado, así se llamaba, como se sigue llamando. Nicolás Guillén decía: Cómo estás Puerto Rico, tú de socio aso­ciado en sociedad, decía, al pie de cocoteros y guita­rras bajo la luna y junto al mar, en qué lengua me entien­des, en qué lengua al fin te podré hablar. Agrega Guillén: Jura a los que te matan que eres feliz ¿Será verdad? Arde tu frente pá­lida, la leña lo­gra en tu mirada un brillo fatal, masticas una je­rigonza medio española, medio (...), vuelve Guillén sobre el tema del idioma.
Neruda escribía en su Canto General, que también hay que leer algunas partes, decía: Cuando sonaron las trompetas, Je­hová repartió el mundo entre la Anaconda y la Coca-Cola, y dejó para la United Fruit la suave cintura de América.
Esto también es un tema que van a tratar los compañe­ros, probablemente Augusto César Sandino. Por último, quería re­cor­dar que la palabra tan olvidada hoy, imperialismo, hay una cuenta que hizo Gregorio Selser, un destacado hombre del Par­tido Socialista que, decía, contó 14 invasiones a México, entre ellas la que hablé de Texas, Nuevo México, California, Nevada; a Cuba 13, una de ellas es la que termina con la Enmienda Platt y con la base de Guantánamo; 11 a Panamá, la última es cuando preten­den com­batir la droga, con Noriega, cuando dicen eso; 10 a Nica­ra­gua, una de ellas dejó un pirata, William Walker; nueve a la Re­pú­blica Dominicana, no sé si Selser cuenta la de 1965, cuando hubo un ataque conjunto que participaron también los brasileños, con la (...) de la OEA; siete en Colombia, una de ellas es la sece­sión de Panamá, el apoyo de un golpe fabricado por los yanquis para quedarse con el Canal de Panamá -Panamá pertenecía a Co­lom­bia-; cinco a Haití; tres a Puerto Rico; dos en Guatemala; uno a Granada, hace pocos años; y otro que se re­cuerda poco cuando se habla de las Malvinas. En 1831 la fragata yanqui Dexinton ataca Puerto Argentino, destruye la mayor parte por un conflicto pétreo, dos años antes de la presencia in­glesa. Hay mucho más pero no da el tiempo.
Quería simplemente decir que, como parte del homenaje al Che, es necesario reflexionar sobre lo que hace­mos, y que el Che no parecía estar de acuerdo con ocupar espa­cios, con que si no lo ocupo yo lo ocupa otro, muchas roscas. El Che hablaba de polí­tica de principios, la mejor política, y creo que es una frase que sintetiza mucho. De todas maneras, el resto de los compa­ñeros, durante todas estas charlas, van a abundar sobre el pen­samiento político, económico, filosófico del Che. Nada más, gracias por la atención.

G. Cieza:
Bueno, vamos a dar la palabra a Manuel Gaggero, profesor ti­tular de la Cátedra y uno de los organizadores, uno de los que pensó realmente e hizo posible que esta Cátedra empezara en Buenos Aires y se extendiera a otros lugares del país. Además, un reconocido militante popular de la década del 60 y del 70.

Manuel Gaggero:
Bueno, gracias por la presentación. Realmente el esfuerzo del montaje de la Cátedra, el inicio de este proceso que fue sin duda la Cátedra de la UBA, fue un esfuerzo colectivo en el cual parti­ciparon fundamentalmente los compañeros de la agrupación El Mate, a la cual se le ha agradecido en el documento que leye­ron las agrupaciones organizadoras de esta Cátedra acá en La Plata.
Yo quería referirme, la idea que nosotros hemos planteado en la Cátedra, a lo largo de las distintas experiencias que esta­mos re­co­giendo, ha tratado de mostrar que el Che no era un exabrupto de la historia, que el Che no era un quijote, como decía el docu­mento, que apareció ahí, que vino solo, sino que era producto, la consecuencia de muchas luchas, de muchos lu­chadores de todo este siglo de América Latina, de muertes, de fracasos, de victo­rias, de derrotas, y que a su vez produce des­pués también un sin­número de procesos, con avances y retroce­sos, como suelen llegar los procesos de la historia.
Yo me voy a referir concretamente a una figura que también, como el Che pero en otra época, le tocó ser una especie de mal­dito de la historia, una especie de hombre que olvida la historia, la historia oficial de Latinoamérica, que es Augusto Sandino. Un lu­chador nicaragüense que recoge, también, que tampoco es un lu­chador solitario, sino que recoge la expe­riencia valiosa que le da la Revolución Mexicana, donde se desa­rrolla parte de su vida an­tes de llegar a Nicaragua a combatir.
Pero antes tenemos que ubicar qué estaba pasando. Estamos ha­blando de finales del siglo pasado y principios de este siglo. Qué estaba pasando, cuál era el gran conflicto que sacudía los pueblos de América Latina. Estados Unidos después que re­suelve sus contradicciones internas, recuerdan ustedes la guerra civil, el sur contra el norte, una guerra que hemos visto en miles de pelí­cu­las, es la resolución de un conflicto entre dos fracciones de la burgue­sía norteamericana que estaban en disputa. Una frac­ción, funda­mentalmente ligada a la producción agropecuaria, que era el sur, que quería mantener la esclavitud en función de su ac­tivi­dad y de su modo de producción; y otra fracción, que es la triun­fante, que es la burguesía industrial, que es la que redi­seña, a partir de derrotar al sur, el país imperial. Estados Uni­dos, cuando culmina de resol­ver esta contradicción, comienza a plantearse la necesidad de re­solver claramente que América La­tina era su patio trasero, y que no podía permitir el ingreso de ninguna potencia europea en este continente. Entonces, el pri­mer gran conflicto que se da, y que tiene como escenario nues­tro continente, es el con­flicto entre Estados Unidos intentando avanzar sobre nuestros pueblos, e Inglaterra fundamentalmente, y mucho menos Alema­nia, pero Inglaterra fundamentalmente, que trataba de mantener los avances o las po­sesiones que había logrado a partir de las in­dependencias, de los procesos indepen­dentistas que se habían desarrollado en toda la primera mitad del siglo pasado, proceso independentista funda­mentalmente de Es­paña.
Recuerden ustedes que Nicaragua es un país muy pequeño, 150 mil kilómetros cuadrados, ubicado en Centroamérica. En esa época, estamos hablando de principio de siglo, no tenía un millón de habitantes. Y es un país donde se pro­duce, ahí en con­creto en el territorio nicaragüense, esta contradic­ción entre Es­tados Unidos e Inglaterra. Y que tenía que ver con la forma como se había pro­ducido el proceso de formación de la nación nicaragüense. Nica­ragua tiene como dos partes, una parte que da al Pacífico, donde había sido ocupada por España, tiene his­toria española como no­sotros; y otra parte del Atlántico que había sido administrada in­directamente por Inglaterra a través de un grupo tribal del pe­ríodo, que aún subsiste, que eran los mis­quitos. Es decir, los in­gleses tendían a generar en Amé­rica La­tina administraciones indi­rectas, no admi­nistraban di­rec­tamente sino que tenían gobiernos o secto­res o grupos, como en este caso, que les prestaban o que le dieran res­paldo de Inglate­rra para gobernar.
Además, en ese período, principios de este siglo, cuando Es­ta­dos Unidos avanza sobre el resto del continente, cuando in­cluso participa en la guerra inde­pendentista en Cuba, apoyando al pue­blo cubano en contra del in­vasor español, cuando incluso aparece en otros países de Centro­américa, invadiendo directa­mente o con invasiones directas para cobrarse préstamos, para cobrar la deuda externa o los préstamos, ése era el argumento de la invasión a Colombia, las invasiones que se produjeron en Honduras, en Haití, es decir, que era la ne­gativa de los gobier­nos a pagar la deuda que tenían con la banca norteamericana, éste era el argu­mento; en ese momento se discu­tía también en Centroamérica la posibilidad de abrir una vía que uniera los dos océanos. Estamos hablando de principios de siglo. La burguesía nicaragüense alen­taba la idea porque, además, geo­gráficamente, sin duda Nicara­gua estaba en mejores condiciones que Panamá para la apertura de esta vía; alentaba la idea de que la vía se abriera en el territorio nicaragüense, teniendo en cuenta que Ni­caragua tiene un gran lago en el medio que haría que el es­fuerzo de construcción de la vía fuera mucho más, ingenierísticamente hablando, más fácil, desde el punto de vista de la ingeniería. En­tonces, la burguesía ni­caragüense alentaba esta espectativa pero, a principios de siglo, esta burguesía que tenía relaciones con Inglaterra y con Europa, que era la que apoyaba la idea de abrir una vía entre los dos océ­anos, una vía alternativa a la que había en ese momento, que era el Estrecho de Magallanes, una vía más directa, en esta burguesía se había producido hacia finales de siglo el ascenso al gobierno de Nicaragua, y el liderazgo de esa fracción de la burguesía nicara­güense lo ejercía Zelaya, un liberal.
Los liberales, fíjense cómo es la historia, porque ahora noso­tros decimos liberales, neoliberales, y estamos hablando de Ca­va­llo, Menem, lo peor. Bueno, en la historia de América Latina de este período los liberales eran como la fracción más avan­zada, más democrática de la burguesía. Y los conservadores ex­presaban a los sectores más ligados a la explotación feudal, más terrate­niente, por supuesto con mayores relaciones con el impe­rio. Ze­laya, que asume hacia finales del siglo pasado el gobierno de esta pequeña nación centroamericana que es Nicaragua, Ze­laya in­mediatamente nacionaliza el territorio e incorpora la costa atlán­tica que tenía esta administración indirecta ejercida por los mis­quitos, pero con mandato inglés. Incorpora la región de la costa atlántica a la nación nicaragüense y es como, podríamos decir, el fundador de la nación moderna, de la Nicaragua actual. Zelaya inicia una serie de transformaciones. Fíjense que desde el punto de vista le­gal Nicaragua tiene una de las primeras leyes de divor­cio que hubo en América Latina. En 1907, con el gobierno de Zelaya, se aprueba la ley de divorcio. Acá se aprobó, no sé si se acuerdan, en el 87, y casi se produce una revolución porque la iglesia no acep­taba esta posición. Así que fíjense lo avanzado para la época, es­tamos hablando de 80 años antes, que era este señor Zelaya. Además, tiene un conflicto a raíz de esta legisla­ción de avanzada con la iglesia y expulsa a parte de la jerarquía ecle­siástica del te­rritorio nicaragüense.
Evidentemente que esta situación, su confrontación con Es­ta­dos Unidos, que empieza a insistir en el pago de una deuda ex­terna, que en esa época se hablaba de valores muy pequeños, ahora estamos hablando de 100 mil millones de dólares, creo que es la deuda externa que tiene, bueno, en esa época la deuda ex­terna de Nicaragua era de cinco millones de dólares. Zelaya plan­tea una renegociación de la deuda por la banca norteameri­cana; Estados Unidos insiste, y se produce un levantamiento hacia 1909 encabezado por generales conservadores que res­ponden a man­dato norteamericano y que se levantan en contra del gobierno de­mocrático de Zelaya, o sea de un gobierno libe­ral. Este levanta­miento rápidamente se resuelve con la toma del poder por los sec­tores conservadores, y como se plantea un en­frentamiento militar entre conservadores y militares, Estados Unidos en 1912 ocupa Nicaragua, una ocupación que dura casi 20 años.
En ese momento dónde estaba Sandino. Sandino era un hom­bre de una familia, como era muy común en Nicaragua en esos años, era un hombre que había nacido en un hogar de un señor aparentemente importante del Niquinohomo, un pueblito muy chiquito, pero él era como un hijo de la casa, o sea, no era un hijo del matrimonio de este señor sino que era un hijo natu­ral, como se llamaba en esos años. Sandino se había trasladado, había ejercido distintas activi­dades, telegrafista, y se había tras­ladado a trabajar, estamos hablando de 1914-15, a México. En México se produce, en esos años, la Revolución Mexicana, que es una revolución que marca la historia de nuestro continente, una revolución poco es­tudiada en los claustros universitarios, poco conocida, pero que, induda­ble­mente, ha tenido una in­mensa trascendencia en América La­tina y sin duda en ese in­menso país que es México, muy lejos de dios y muy cerca de los Estados Unidos, como suelen decir los mexica­nos.
Antes de que se produjera esta llegada de Sandino a México se produce en Nicaragua, como producto del nuevo gobierno con­servador que encabeza Chamorro, un bisabuelo de la que después fuera presidente de Nicaragua, estamos hablando de 1912, se firma en Estados Unidos, en Washington, Estados Uni­dos le im­pone a Nicaragua la firma del tratado Bryan-Chamorro, por el cual Nicaragua renuncia en forma definitiva, histórica, para toda la vida, a la construcción de la vía alternativa, una vía navegable entre los dos océanos, y ahí en ese momento es que se inicia la construcción de la vía que luego fue el Canal de Pa­namá, que se inaugura dos años después, creo, en 1914. Esta si­tuación hace que este planteo de la burguesía nicaragüense, que era la posibili­dad de transformarse en un país que tuviera en su territorio esta vía, muere ahí en forma definitiva.
Sandino, mientras tanto, empieza a vincularse al movimiento obrero, años 20, 22, 23, al movimiento obrero mexicano. Recibe de ellos, estaban en pleno desarrollo de la Revolución Mexicana, y recibe de ellos indudablemente mucho aliento para retomar, o empezar, o plantear la lucha en Nicaragua para desalojar al inva­sor norteamericano. Mientras tanto, en Nicaragua se había pro­ducido en seguida la situación conflictiva entre burguesía liberal y burguesía conservadora, y sectores también de burguesía libe­ral habían iniciado la preparación de un ejército en la costa atlántica, casualmente, para confrontar con el gobierno conser­vador. En este momento, año 1925, yo voy rápido porque el tiempo es corto, de cualquier manera hemos entregado algunos elementos biblio­gráficos que ruego que los lean porque son úti­les para aprovechar este período de la historia de esta región muy importante, porque además es el escenario donde desarrolla su actividad el que sin duda fue un predecesor de Ernesto Che Guevara, y uno de los más interesantes. En 1925 aparece en Ni­caragua un grupo, calcu­len que ya se había producido la Revo­lución Rusa, se habían cons­tituido partidos comunistas en mu­chos países de América Latina, entre ellos en Argentina en 1918. En 1920 se había cons­ti­tuído el Partido Comunista en El Salvador, que encabezara luego Fara­bundo Martí, intenta un proceso insurreccional en 1932, y que es fusilado. En 1925 surge, paralelamente, sin nin­guna relación a la actividad que de­sarrollaba Sandino en México, que empieza los preparativos para volver a Nicaragua, surge en Nicaragua un partido de los trabajadores, que se llama Partido de los Trabaja­dores Nicara­güenses, con la primera célula marxista, célula de cinco o seis compañeros obreros, que empiezan a prepa­rarse para también confrontar con el invasor norteamericano. Ni­caragua es­taba in­vadida, los Estados Unidos estaban ahí, las tro­pas nortea­merica­nas estaban ahí.
Vuelve Sandino a Nicaragua, se entrevista con Moncada, que era el jefe liberal, y hace un acuerdo con éste, que era un jefe mi­litar y político de ascendencia liberal, un acuerdo para iniciar la guerra. Sandino, al principio, se planteaba una confron­tación con el modelo tradicional, y esto tiene que ver por esto con el Che, se encuentra en confrontación militar con el modelo tradicional, es decir, la formación de unidades militares, que confrontaran en el territorio. Empieza a combatir con algunos rifles que consigue con mucho esfuerzo, porque Moncada no le tiene confianza, evi­dentemente, y consigue algunos rifles y em­pieza a combatir con esto que decimos, una metodología tradi­cional, pequeños asaltos a cuarteles de tropas norteamericanas donde tropas conservadoras le abren al régimen. Y ahí se em­piezan a producir acercamientos, al margen de Sandino, pero las fracciones de la burguesía empie­zan a lograr un cierto acuerdo de paz, que desmoviliza a las tro­pas que había movilizado Mon­cada y que fortalece al gobierno conservador.
Enterado Sandino de este acuerdo, decide no aceptar la con­vocatoria a rendirse y comienza la segunda etapa de la gesta san­dinista, y que en ésta entronca indudablemente el Che. Digo en­tronca porque la gesta que empieza Sandino es el combate con el método de guerra de guerrillas, es decir, combate en pe­queñas unidades. Nicaragua se presta mucho porque es un país con mon­tañas, con muchos lagos, una geografía que se presta bastante, y que además tenía una tradición que recupera San­dino, de guerra de guerrillas, que eran los levantamientos indí­genas que se habían producido en la zona de Matagalpa hacia 1880, 1882. O sea, Sandino recupera la confrontación militar que luego sería anali­zada e incluso serviría de aporte del Che al proyecto revoluciona­rio de los 60 y 70, que entra el método de la guerra de guerrillas. Sandino da los combates, va avanzando, forma lo que se llama el Ejército Defensor de la Soberanía, este ejército lo designa general y sigue combatiendo contra los yan­quis hasta que logra, final­mente, 1933, que las tropas norteame­ricanas abandonen el terri­torio nicaragüense. Por supuesto que, como recién decía Pérez, la historia de Latinoamérica es una his­toria de muchas traiciones, y Sandino confía efectivamente que esta salida de las tropas norte­americanas, y el gobierno es asu­mido por Sacasa, un hombre libe­ral, esto iba a transformar, daba nuevas posibilidades, y generaba la posibilidad de un desarrollo democrático de Nicaragua, que ya no era necesario seguir com­batiendo, y por eso convoca a sus ge­nerales a abandonar el combate, a abandonar las armas y a concu­rrir a Managua a una reunión con Sacasa en donde se firmaría la paz. Donde Sacasa además iba a entregar a los oficiales, a los combatientes del Ejército Defensor de la Soberanía, parcelas de tierra para la ex­plotación agraria, para una recuperación demo­crática de todo este ejército que se había conformado en la lucha contra el inva­sor norteamericano y contra los conservadores. Llega Sandino a Managua, y antes de que se efectúe la entrevista es emboscado, es retirado del vehículo en que él y sus generales se trasladaban, y es fusilado cerca de Managua.
Digamos, lo interesante de todo este proceso, por qué digo que tiene que ver Sandino con el Che. Primero, tiene que ver porque todo esto que contamos es una historia que se ocultó ab­soluta­mente, incluso para el pueblo nicaragüense. Fíjense que cuando 30 ó 40 años después se comienza a organizar el Frente Sandi­nista de Liberación Nacional, el Frente Sandinista recupera a Sandino a través de la lectura de un argentino, que es Grego­rio Selser, que escribe una serie de trabajos sobre Sandino y so­bre el ejército loco, como era el "pequeño ejército loco", como se lla­maba el Ejército Defensor de la Soberanía que forma San­dino. El ocultamiento de la historia fue tal que el propio pueblo que había engendrado esta batalla no conocía quién había sido o quién ha­bía tenido el liderazgo de la misma. Por otro lado, por­que San­dino en ese momento, digamos, en los años en que es­taba en pleno combate, en la montaña combatiendo, establece una relación muy estrecha, epistolar, con quien ocupaba la pre­sidencia argentina. Estamos hablando del año 28, 29, estamos hablando de Hipólito Yrigoyen. La Argentina, evidentemente en esos años, no ahora obviamente, era vista por los pueblos lati­noamericanos con cierta esperanza y como una posibilidad de que fuera quien le pusiera una valla a este avance arrasador de Estados Unidos. Y eso hace que le proponga Sandino a Yrigo­yen la convocatoria a una confe­rencia de los pueblos latinoame­ricanos, a realizarse en Buenos Aires en 1931, donde concurri­rían pueblos y gobiernos a reafir­mar la necesidad de establecer nuevas condiciones en sus relacio­nes con los Estados Unidos. Esta conferencia, recuerdan ustedes el 6 de septiembre de 1930 fue desalojado del poder Hipólito Yrigo­yen, y obviamente no se pudo llevar a cabo. Pero todo esto, diga­mos, un argentino que es el que analiza e investiga a Sandino; un argentino que recu­pera una metodología que habían usado mu­chos pero que usa Sandino, que es Ernesto Che Guevara con su trabajo sobre la guerra de guerrillas, sus aportes a la doctrina mi­litar revolucio­naria a partir incluso de analizar estas experiencias como la de Augusto Sandino; y esta intención de Sandino de vin­cularse con Yrigoyen para lograr de alguna manera crear una con­federación de pueblos latinoamericanos que confrontara con el imperio, muestran que la historia no es como nos quieren mostrar. La his­toria es una serie de hechos concatenados, la historia no la producen los exabruptos y los quijotes, sino la producen quienes logran ir recogiendo el espíritu de lucha de sus pueblos. Sin duda que Sandino tiene que ver con el Che, y sin duda que el Che, en toda su experiencia, contó entre sus bagajes y entre sus aportes a Augusto Sandino.
Yo quiero cerrar esta parte de la exposición diciendo que esta experiencia de Sandino se entronca también, y es más o menos el mismo período, con la otra que señalé al principio, que es la insu­rrección que dirige el Partido Comunista, o que intenta el Partido Comunista salvadoreño en El Salvador. El Salvador es un pe­queñísimo país, calculen ustedes que es llamado el pul­garcito de América Latina, ustedes lo ven en el mapa chiquito así, muy habi­tado, ahora tiene más de cinco millones de habitan­tes, en esa época tendría dos, con características muy particula­res en su con­formación, en su desarrollo. Hubo un movimiento obrero ya con altos niveles de organización en los años 20, fue un obrero in­cluso el que encabeza el Partido Comunista, es Fa­rabundo Martí el que encabeza la insurrección, y que es fusilado en 1932 al ser aplastado este intento insurreccional.
Pero todas estas luchas también tienen que ver con que la idea nuestra, la idea de la Cá­tedra no es solamente pensar en un pe­ríodo de 10 ó 20 años, sino pensar en un siglo, que fue un si­glo de luchas, de combates, de avances y retrocesos, de victo­rias, de éxi­tos, de alegrías, de mucha pasión, de mucha fuerza. Éste es el si­glo en el cual nosotros vivi­mos y este es el siglo en el cual vivie­ron el Che y Sandino. Nada más.

G. Cieza:
Voy a presentar al próximo expositor que es Miguel Maz­zeo, que es docente universitario, militante popular y columnista de Re­truco.

Miguel Mazzeo:
Bueno, buenas noches, compañeros. Yo voy a hablar de José Carlos Mariátegui. Realmente es difícil hablar de Mariátegui en 20 minutos, sobre todo cuando se trata de un personaje, de una figura tan importante y tan poco conocida. Voy a plantear algu­nos aspectos, para mí los más importantes de su práctica, de su pensamiento, y voy a intentar relacionarlo con el Che, cosa que no resulta fácil. En primer lugar, porque no fueron contemporá­neos, no hay expresas referencias del primero, de Mariátegui, en la obra del Che. De todos modos, yo creo que hay, si bien no hay contacto directo entre ambos, sí podemos pensar en un con­tacto indirecto de ideas, de concepciones, yo diría, esenciales.
En primer lugar, me gustaría plantear desde qué presente uno va a Mariátegui. Porque en realidad, el interés por Mariáte­gui no partió de inquietudes académicas, sino básicamente de inquietu­des políticas. Creo que el interés por Mariátegui, y también por el Che, en el caso particular mío y del grupo al que pertenezco, surge básicamente a partir de constatar la hegemo­nía de la cultura neoliberal. De una cultura que impone como valores el pragma­tismo, el naturalismo, porque vive de algún modo su dominio como realización. Un presente también carac­terizado por la de­nominada crisis del marxismo. Creo que cuando se habla de crisis del marxismo se habla de tres cosas distintas, que están interrela­cionadas, por supuesto. La crisis del marxismo tiene que ver con los grandes referentes históricos del marxismo, el movimiento obrero, los llamados estados socialis­tas, los movimientos nacio­nalistas del Tercer Mundo. Ésta es una primera dimensión de la crisis. La otra dimensión de la crisis tiene que ver con lo que de­cía Frederick Jackson. Jackson decía que a cada etapa de expan­sión del capitalismo, que ahora vivi­mos en tiempos de globaliza­ción, le correspondía un período, una etapa de crisis del mar­xismo. Quiere decir que, ante estos cambios, el marxismo como doctrina, como teoría, como cara de una interpretación, quedaba como re­trasado. Se produce una disfuncionalidad entre el mar­xismo, la teoría, y la nueva reali­dad. Ésta es la segunda dimen­sión. Hay una tercera dimensión, que tiene que ver con que, de algún modo, la crisis está inscripta en la naturaleza del marxismo. Si el mar­xismo tiene que dar res­puestas revolucionarias siempre, en situa­ciones que nunca son las mismas, esto genera un estado de tensión constante, de algún modo es una tensión positiva. Bueno, desde esta lectura del pre­sente uno va a Mariátegui. No quiere decir que encuentra en Mariátegui todas las respuestas para supe­rar la si­tuación, sería ingenuo y sería demasiado simple. Pero de algún modo se en­cuentra en Mariátegui, uno puede encontrar en Mariá­tegui, y también en el Che, algunos elementos casi esencia­les que pueden servir para empezar a pensar que esta situación puede ser exce­dida, puede ser superada.
Pero vayamos a Mariátegui. Algunos datos biográficos, en primer lugar. Mariátegui nace en Perú el 14 de junio de 1894. Primer casualidad, nace el mismo día que el Che. Lo señalo como un dato, nada más, no es que crea en conjugaciones astra­les ni mucho menos. Nace en Moquegua un pueblito al sur de Lima. Voy a se­ñalar metas importantes en Mariátegui. Él va a participar en el periodismo, no va a tener formación académica, va a ser casi un autodidacta Mariátegui, va a participar de la bo­hemia. En rea­li­dad, va a ser muy conocido en el Perú primero como cronista de turf o como poeta.
La fecha clave a la que hacía referencia es 1917. En 1917 este hasta ese momento cronista de turf, poeta, ligado a la bo­hemia, va a ser calificado, con intento de ser agredido por su­puesto, de bol­cheviki. Año 1917, poco tiempo después de la Revolución. Un hombre del liberalismo, un pensador del libera­lismo, llamado Miró Quesada, lo va a calificar a Mariátegui de bolcheviki. Y Mariátegui va a aceptar ese calificativo, parece que sí, era un bol­cheviki.
En el año 1919 va a salir del Perú perseguido por la dicta­dura de Leguía y va a conocer Europa. Y esto es importante porque Mariátegui va a decir en Europa desposé una mujer y al­gunas ideas. Su mujer será italiana, Ana Chiappe, y las ideas a las que se refería Mariátegui eran las que lo acercaban al socia­lismo re­vo­lucionario. Además va a decir, esto es fundamental, en Eu­ropa descubrí América. Eran tiempos muy particulares en Eu­ropa, y cuando de Europa, en el caso de Mariátegui, hablo de Ita­lia. Creo que un período riquísimo de la historia italiana vive Mariátegui. Va a presenciar las jornadas rojas de Turín, la situa­ción casi pre revolucionaria o insurreccional en el norte de Italia, va a ver también el ascenso del fascismo e incluso va a participar de la fundación del Partido Comunista Italiano, en el Congreso de Li­vorno. Va a estar a escasos metros de Gramsci, intelectual al que nunca conoció personalmente, al que nunca leyó, y al que tanto se parece en algunos aspectos. El marxismo italiano, de al­gún modo, es determinante del marxismo que después va a asu­mir Mariáte­gui en América Latina. Ésta es la otra fecha, diga­mos, período que va del 19 al 25.
En el año 25 podemos ver que Mariátegui termina por des­prenderse de algunas concepciones eurocéntricas para asumir una concepción plenamente latinoamericanista. Creo yo, y me voy adelantando, que en Mariátegui podemos encontrar el pri­mer in­tento de aplicación fecunda del marxismo a la realidad la­tinoa­mericana. No es casual que Mariátegui haya sido peruano. Si uno compara a Mariátegui con otros pensadores marxistas de su tiempo, la década del 20, va a notar una gran diferencia, no sólo en cuanto a la riqueza conceptual de su planteo, no sólo a lo febril de su labor, sino en cuanto a sus planteos básicos. Decía yo, no es casual que Mariátegui haya ido peruano. Primero, Perú es uno de los únicos países de América Latina en el cual la tradición posi­tivista tuvo escaso peso. Es decir, el marxismo de Mariátegui de algún modo, empieza a operar o empieza a plan­tearse en una so­ciedad que no había conocido el positivismo. Mariátegui tiene planteos socialistas en una sociedad casi colo­nial, en una sociedad con escaso desarrollo capitalista. Esto es lo que lo va a hacer rico al marxismo de Mariátegui, por otra parte.
Michel Lowy, cuando plantea una periodización del mar­xismo en América Latina, habla de distintas etapas. Él habla de un primer período que va del año 20, aproximadamente, al 35, pe­ríodo en el cual la revolución en el continente se caracterizó como socialista y antiimperialista. El acontecimiento más impor­tante de este período fue la insurrección salvadoreña, de la que hablaba Manolo hace un ratito. La figura intelectual o la figura más im­portante, sin duda, fue José Carlos Mariátegui. El se­gundo pe­ríodo para Lowy es el que va del 35 al 59. Justamente, un pe­ríodo caracterizado por un silencio apesadumbrado en torno a la fi­gura de Mariátegui. Desaparece de la historia en este período, período que coincide con la hegemonía de las posicio­nes stalinis­tas, período que va a caracterizar la revolución en el continente como agraria y antifeudal, y antiimperialista también. La tarea concreta, en aquellos años, era la de conformar frentes populares con partidos y sectores de la burguesía. La otra etapa arranca en el 59, justamente con la Revolución Cubana, que es el aconteci­miento fundamental. La figura fundamental, sin duda, Ernesto Che Guevara. Y en cuanto periodización vemos la pri­mer gran relación. El primer período del marxismo en América Latina está dominado por la figura de Mariátegui, el segundo período por el silencio en torno a la figura de Mariátegui. El Che se va a educar en este período, precisamente; no lo va a co­nocer. Ahora, el Che mismo va a ser la figura más importante, la figura emblemática del tercer período. Y hay una discusión; ha­bría que hablar de un cuarto período a partir de Chiapas. Esto no lo dice Lowy, lo plan­teo yo. Pero es muy probable que a partir de una lectura seria, profunda, significativa de lo que viene pasando en Chiapas desde el 94, dentro de algunos años y en perspectiva podamos hablar de una cuarta etapa del mar­xismo en América Latina.
Mariátegui fue acusado de muchísimas cosas, no sólo de bol­cheviki como en el año 17. Fue acusado, básicamente, de euro­peísta y de exotista. Qué es el europeísmo, qué se entendía por europeísmo. Sectores como el aprismo calificaban al europeísmo como cualquier intento de trasladar alguna doctrina gestada en Europa, y el marxismo lo era, a la realidad latinoamericana. En contraposición, el exotismo consideraba que lo fundamental, lo determinante, era el contexto local. Mariátegui fue acusado de una y de otra cosa. En realidad, no era ninguna de las dos, puesto que ambas, europeísmo y exotismo, coincidían en un punto que era esencial. Europeístas, concretamente Partido Comunista y los partidos de izquierda; exotistas, el APRA, en particular; conside­raban que en América Latina no había condi­ciones para una revo­lución de tipo socialista. Y esto es justa­mente lo que no creía Ma­riátegui. Por qué no creía esto, mejor dicho (...) cómo se atrevía a plantear el socialismo en un país de escaso desarrollo capitalista como era el Perú, uno de los países más atrasados de América. Es que Mariátegui pensó en aquellos años un socialismo con otros referentes, y esto era todo un de­safío para la época, y lo sigue siendo hoy. Creo que, hoy por hoy, el desafío sigue siendo, no digo el mismo, pero muy pare­cido. Habría que pensar en un so­cialismo con otros referentes. No quiero decir que la clase obrera haya dejado de serlo, pero la clase obrera, hoy por hoy, como su­jeto de la historia, comparte su rango con otros sujetos sociales. Mariátegui pensó un socia­lismo con referentes no clásicos. El re­ferente clásico de todo proyecto socialista, y con más fuerza en la década del 20 y del 30, era la clase trabajadora. Mariátegui pensó en un socialismo para campesinos, en un socialismo para indios, por eso su mar­xismo está emparentado con el indigenismo, tam­bién. También pensó el socialismo en una sociedad fragmentada. Hoy se dis­cute si Perú es una nación. Muchos dicen que Perú está inte­grado por 36 naciones distintas. Mariátegui pensó en un pro­yecto socialista para una nación fragmentada, para una sociedad fragmentada. Creo que si retomamos la esencia de este planteo si­gue estando vigente.
Con respecto a la concepción socialista de Mariátegui, en particular, y aquí hay una relación muy fuerte con algunos plan­teos del Che, el socialismo de Mariátegui parte del reconoci­miento de un contenido heroico de la ideología. El socialismo para Mariátegui, y también para el Che, era resultado del movi­miento real, pero también era resultado de la voluntad y de la ética de los pueblos, no de hombres aislados como algunos ma­lin­tencionados suponen. Una concepción que conjugaba rea­lismo interpretativo de la realidad, por un lado, y proyecto de sociedad futura y de hombre futuro. Para ambos, y esto lo dicen claramente tanto Mariátegui como el Che, el socialismo o el marxismo, mejor dicho, es inspiración crítica más allá de cual­quier doctrina. Yo creo que, de algún modo, las figuras de Ma­riátegui y del Che quedan limpias porque ni mariateguismo ni guevarismo cuaja­ron en doctrinas. Esto es una ventaja, esto permite una resignifi­cación del pensamiento de ambos, sin taras y sin prejuicios.
También se habla del romanticismo en uno y en otro caso. Muchas veces cuando se los tilda de románticos se lo hace desde una posición peyorativa. En realidad, hay una reivindica­ción del romanticismo de uno y de otro, y no desde una posición peyora­tiva. Si nosotros pensamos que una actitud romántica en Mariáte­gui fue convertir lo que hasta ese momento era una ré­mora, algo que limitaba, en un factor de desarrollo, que lo haga funcional a la nueva sociedad. Y miren sobre el indígena, por ejemplo. El in­dígena hasta ese momento se consideró como un factor de re­traso. Las concepciones positivistas consideraban que el indio era una rémora, y muchos socialistas plantearon la solución final del pro­blema indígena, es decir, el exterminio. Mariátegui convertía lo que para un liberal, lo que para un posi­tivista era una rémora en algo totalmente funcional al proyecto de nueva sociedad, por eso su reivindicación de la comunidad indígena, sin idealizarla, sin pensar que esto era un socialismo en estado larval. Mariátegui creía que la comunidad debía ser un vehículo al socialismo por­que encontraba en la comunidad, en la comunidad indígena, en la comunidad campesina, elementos prácticos de socialismo, él de­cía elementos prácticos de socia­lismo. Hasta ese momento el problema del indio se lo pensaba en el Perú como un problema higiénico, o como un problema educativo, en el mejor de los ca­sos. El indio era pobre, el indio era miserable o porque era sucio o porque era analfabeto. Ma­riátegui va a situar la temática indígena en su justa dirección: el problema del indio es el problema de la propiedad de la tierra, va a decir Mariátegui. Es decir, Mariátegui y el Che lograron concordar lo que hasta ese momento se plante­aba como una di­cotomía, como una contradicción, progreso y tradición. La tra­dición entendida, según Mariátegui, no como una momia. En ambos, y esto para cerrar lo que tiene que ver con acti­tudes ro­mánticas, en ambos aparece una dimensión ética del so­cialismo.
También Mariátegui ha sido acusado de irracionalista. Ma­riá­tegui inicia sus Siete ensayos, que es una de sus obras funda­men­tales, Siete ensayos de interpretación de la realidad pe­ruana, que recomiendo, con una cita de Nietzsche, pensador bastante sospechoso; y también en los Siete ensayos, y en otros trabajos, va a hacer una reivindicación del mito. Desde el mar­xismo fue cues­tionada esta posición en Mariátegui. Concreta­mente, en Ma­riáte­gui el mito tiene dos dimensiones. Una es tri­butaria de Cassi­rer, un autor que publica un importante libro, en el 20, sobre las for­mas simbólicas. El marxismo se va a traducir en un marxismo sentido, en una religión laica, casi casi. La otra dimensión del mito que aparece en Mariátegui es más tributaria de Sorel. En este caso, el mito es definido a partir de la función concreta que puede construir en una sociedad. Es decir, va a ser recuperado como un elemento movilizador. Pensemos en el campesinado, pensemos en el indígena. El mito no puede ser asociado, en este caso en particular, a la fábula o lo alejado de la realidad; de algún modo las comunidades campesinas, el indí­gena, vive sumergido en el mito, el mito de algún modo es parte de sus relaciones con­cretas. Por este lado venía, precisamente, la reivindicación del mito en Mariátegui. El mismo Gramsci rei­vindicó el mito como una forma concreta y eficaz.
También podemos ubicar a Mariátegui en el marco de una tradición latinoamericana, una tradición de pensamiento latinoa­mericano. Una tradición que tiene que ver con la creación, una tradición que puede arrancar con Simón Rodríguez diciendo: o inventamos o erramos. Que sigue con Martí, o que puede se­guir con Martí cuando éste decía: crear es la palabra de pase de nuestra generación. Sigue con Mariátegui cuando decía que el socia­lismo no debía ser ni calco ni copia, sino creación heroica. Y con­tinúa con el Che cuando decía: observar, aprender, pen­sar, no copiar a nadie y después empezar a caminar.
Finalmente, para terminar, creo que Mariátegui y el Che consti­tuyen dos hitos en el socialismo latinoamericano, en la con­cep­ción de la revolución. Creo que a partir de Mariátegui y a partir del Che el socialismo deja de ser, o debería dejar de ser, el plan pulcro para la acción, la doctrina cerrada, y se convierte en el simple anhelo de la actualidad toda. La revolución, a partir de ambos, abandona, o debería abandonar, los cenáculos, los claus­tros, los bares, los ámbitos reducidos y elitistas, y se instala, o de­bería instalarse, en las selvas, en los páramos, en las fábricas, en las rutas. Nada más, compañeros.

G. Cieza:
Bueno, voy a presentar ahora al último de los docentes de esta noche, Alexis Latendorf, un veterano dirigente socialista, autor de distintos trabajos, un hombre de una enorme trayecto­ria en el campo de las ideas y en el campo de la militancia popu­lar.

Alexis Latendorf:
Lo de veterano... Bueno, después de escuchar a los disertan­tes anteriores tengo un poco la sensación de encontrarme ante varias muñecas rusas ¿ustedes conocen las (...) diversas figuras rusas que uno abre y hay otra adentro, y la que está adentro contiene una siguiente y así en lo sucesivo? Se han nombrado importantes sucesos de la vida política de Latinoamérica. Antes de entrar so­bre el tema de Bolivia voy a referirme a dos o tres de esas muñe­cas rusas, quizá abriendo alguna, pero muchas pun­tas muy (...) De paso voy a decir que si bien no creo en circuns­tancias astrales, que hay astros, los hay. El 14 de junio no sola­mente son las fe­chas que se han nombrado acá, sino que es la fecha de la Reforma Universitaria. La Reforma Universitaria nació el 14 de junio de 1918 en la conservadora ciudad de Cór­doba. Y les digo lo que comenté con algunos compañeros de us­tedes en otras oportunida­des, que el morado fue la bandera de la Reforma Universitaria porque era el color de los lienzos que cu­brían las distintas imáge­nes religiosas que estaban en la iglesia al lado de la centenaria casa de estudios.
Me voy a referir muy brevemente a un dato anecdótico sobre Mariátegui, completando la excelente exposición de Mazzeo. Mariátegui muere sin poder conseguir piernas ortopédicas, y su mayor aspiración era obtenerlas en la ciudad de Buenos Aires. Digo esto como, también, una demostración del sentido ético de su vida. Este importante dirigente y creador mitológico no dis­po­nía de fondos ni siquiera para piernas ortopédicas. Voy a ha­cer re­fe­rencia a algo que dijo Mazzeo, también, en el sentido de que lo considera el primer intento de un socialismo latinoameri­cano. Es cierto, pero yo retrocedería un poco en el tiempo para reivindicar una figura argentina injustamente olvidada, o justa­mente olvi­dada, que es el primero que en Argentina intenta im­bricar el so­cialismo con las condiciones de nuestros países. Por supuesto, las condiciones de la república Argentina en muchos aspectos son diferentes a las de otros países. Me refiero a Enri­que del Valle Iberlucea, primer senador socialista de América Latina, expul­sado del senado por haber manifestado su apoyo a la Revolución bolchevique en un congreso. Entre los que votan su expulsión, su desafuero del senado, está un Saguier, en repre­sentación del radi­calismo; Saguier es un apellido más o menos patricio dentro del radicalismo. Ese intento de vincular América Latina con la Revo­lución bolchevique le significa el desafuero y también la muerte de tristeza. Enrique del Valle Iberlucea es apenas recordado en algunas chapas, pero no por su condición de precursor de un in­tento de vinculación de la América Latina con las ideas revolu­cionarias.
Con respecto a la referencia a Gregorio Selser que hizo Gag­gero, para mí es emocionante porque Gregorio Selser ha sido uno de los escritores más importantes de la izquierda argentina. Un escritor que, para defender lo que más amaba que eran los libros y los papeles en estos virulentos y duros años de la vida política ar­gentina, debió hacer un recurso de amparo a favor de su biblio­teca. Gregorio Selser, como decía Gaggero, es el histo­riador más importante de Sandino y entre otros libros yo les re­comendaría Sandino, general de hombres libres. Gregorio Sel­ser en el exilio en México, ya después decidió su residencia en México, dio fin voluntario a su vida hace pocos años atrás, víc­tima de una enfer­medad muy dura.
Perdón, vuelvo a la muñeca ciega anterior. Creo que sería muy importante, no es la oportunidad, hablar de las diferencias entre el aprismo y Mariátegui, y recordar que el aprismo, el aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre, termina entregado al imperialismo, y que Mariátegui que fue el maldito del comu­nismo y del so­cialismo en nuestro país, hoy es una figura se­ñera para práctica­mente toda la izquierda argentina.
Bueno, voy a referirme finalmente, hacer una pequeña, ah, voy a hacer a Gaggero también, un pequeño recordatorio. El di­vorcio no es de 1986. Hubo un divorcio que instauró Perón en el 54, que varios miles de argentinos aprovecharon rápidamente para regularizar su situación. Pero después de la Libertadora, la Libertadora dejó de liberar maridos y reinstauró el vínculo indi­so­luble, y recién en 1986 vuelve a fijarse el divorcio.
Bueno. Una referencia última antes de empezar a conversar lo más brevemente posible, sé que ustedes están bastante cansa­dos a esta altura de la noche, a la visión de Martí con respecto al avance imperial o imperialista. José Martí, que por otra parte es un ante­cesor de la Revolución Cubana, el Apóstol Martí, que no es el poeta que estudiamos en la escuela secundaria, es sí el po­eta, pero es además el revolucionario, es el tipo que lucha por la liberación de su patria, Martí vio con claridad el avance de Esta­dos Unidos hacia el sur, y creía que la barrera tenía que estar es­tablecida por Cuba y por Puerto Rico. De ahí la importancia que siempre le dio Martí a Puerto Rico. Martí no desconocía los de­seos de la anexión que tenía los Estados Unidos con respecto a la isla. Fíjense uste­des que ya a mediados del siglo pasado, el embajador norteameri­cano en Madrid había recibido instruccio­nes para comprar la isla a España, con precio y todo, no quiero equivocarme pero creo que algo así como cien millones de pe­sos, y le indican que les regatee si es posible obtener un precio menor. Bueno, luego vienen las guerras internas o la guerra civil en la sociedad norteamericana, que este proceso se verá acá.
Bueno, y ahora hablemos de la revolución de Bolivia del 52, que era el objetivo de mi charla. Sobre esto también quiero ha­cer una muy breve introducción. Yo me siento en mi país, en mi pa­tria, como con la obligación de transmitir montones de expe­rien­cias que han sido cortadas de cuajo por la represión de la úl­tima dictadura militar. Está claro que intentaron romper nuestra digni­dad histórica e impedir la transmisión de las ideas. La desa­pari­ción de 30.000 hombres y mujeres de lo mejor de nuestro país ha traído sus consecuencias. Una de las consecuencias es, a veces, el desconocimiento histórico que han tenido montones de sectores argentinos. Yo me siento con la obligación de transmi­tir la poca o mucha experiencia política que haya podido obtener en todos es­tos años. Lo hago con el deseo de que la transmisión de estos co­nocimientos sirvan para no caer en los mismos erro­res y para crear nuevos caminos, o en todo caso para equivocar­nos solos. Yo confieso que al hablar de la Revolución Boliviana, como al ha­blar de la Revolución Cubana, siento como si expu­siera parte de mi vida ante ustedes. Es decir, yo soy un producto de la Revolu­ción Cubana, la he vivido paso a paso, desde antes, cuando la isla es­taba cortada tres o cuatro meses antes del triunfo de la Revolu­ción, prácticamente en dos, hasta el triunfo revolucionario del 1º de enero de 1959. Y conocí muy pocos días después lo que era to­davía la larga vista ... en el hotel Ri­viera (...) ahora no sé cómo se llama el hotel, Ciudad Abierta (...) hasta advertir la corrupción, la situación de dependencia (...), activa los primeros pasos de la Re­volución. Es decir que hablar para mí del Che Guevara es hablar de mi generación, y es hablar de personas que he visto y he cono­cido, que he admirado en vida, y cuya muerte por supuesto he su­frido con la misma in­tensidad que todos ustedes.
Hablemos entonces ahora de la Revolución Boliviana. Y es importante hablar de la Revolución Boliviana porque el Che elige Bolivia como el primer lugar de acceso revolucionario, y la Revo­lución Boliviana del 52 es un suceso en donde creo que por pri­mera vez en la historia de América Latina, quítenme la idea al­guno si no es así, el pueblo derrota al ejército, no una guerrilla armada luchando frente (...), es el pueblo (...) que logran derro­car al régimen imperante en Bolivia.
Yo les voy a agregar algunas estadísticas sobre lo que era Bo­livia hacia los años 40, aproximadamente. Mientras Argen­tina consumía en ese entonces 119 kilos de carne por habi­tante du­rante un año, el boliviano comía 23. De pan de trigo el con­sumo argentino era de 152 kilos, en Chile 158, Perú 118 y en Bolivia 24. En aceite en la Argentina el promedio era de seis li­tros, en Brasil siete, en Paraguay cuatro y medio y en Bolivia el consumo por habi­tante era de 0,1 litro. Sobre 600 mil niños en edad escolar, asistían a clase 143 mil, y de estos el 74% ca­re­cían de pupitres y de bancos. Como si fuera la provincia de Bue­nos Aires. Para ese entonces la ciudad de La Paz carecía de aguas po­tables y de alcantarillado. Los asesinados en las ma­sacres de obreros, se contaban por miles.
Pero veamos cómo llega Bolivia a esa situación. En la gue­rra con Chile de 1879, Bolivia pierde todos los territo­rios cos­teros al Pacífico, quedando condenada al en­cierro actual. Cuando el canciller boliviano Eliodoro Villa­zón cursa una nota a su co­lega chileno Koening expresando la im­portancia que signifi­caba para el país del altiplano una salida al Pacífico, Ko­ening, representante del peor conservadorismo, la peor derecha chilena, le contesta: Que el Litoral es rico y vale muchos millo­nes, ya lo sabíamos. Por eso nos interesa, que si nada valiera no ten­dríamos interés en su conservación. Nuestro derecho proviene de la victoria, la ley suprema de las naciones. Chile ha ocu­pado el Litoral y se ha apoderado de él con el mismo tí­tulo con que Alemania anexó la Alsacia y la Lorena y con el mismo tí­tulo con que los Estados Unidos de la América del Norte han tomado Puerto Rico.
Acá una pequeña anécdota, que a mí siempre me ha impac­tado, que he dado en algunas otras charlas. Cuando entran las tropas chilenas a Lima, la academia de la lengua del Perú discu­tía si la palabra era incánico o incásico. Entraron los militares chile­nos, tiraron las puertas abajo, se llevaron preso a todos los cate­dráticos, no sé cual habrán elegido estos catedráticos... Y este ejemplo a veces me sirve porque veo que en muchas opor­tunida­des la izquierda está discutiendo si la palabra es incánico o incá­sico, mientras los estados van a derrumbar la puerta. No, ésta no.
Bueno, al siglo siguiente Bolivia sufre la guerra del Chaco, la guerra entre Paraguay y Bolivia. Ustedes saben que nosotros el primer premio Nobel que tenemos es el de... ¿alguno lo re­cuerda? Carlos Saavedra Lamas. Que fue ministro del fraude en la Ar­gentina, y que gestiona la paz del Chaco, que se firma el 12 de junio de 1935, con el cual Paraguay entra en la posesión de 235 mil kilómetros cuadrados. Fue negociada en Buenos Aires bajo los auspicios de Saavedra Lamas con la presencia de Spruille Braden, que después tendría un protagonismo impor­tante frente a Perón, antiguo testaferro de la Standard Oil para la concesión de tierras petrolíferas en el sudeste boliviano. Es decir, era la guerra del petróleo y la guerra por la cual se entre­gan pozos pe­trolíferos a las compañías extranjeras.
Yo no tengo tiempo de referirme a los distintos sucesos a par­tir del 30. El 30 en Bolivia es igual que el 30 en la Argentina, igual que el 30 en toda América Latina. Es la hora de los sables, como diría Leopoldo Lugones. Pero sí voy a hacer referencia al triunfo del MNR, triunfo de los mineros y del pueblo boliviano frente al ejército, y a las medidas que toma la Revolución Boli­viana del 52. En general, en Buenos Aires, en aquel entonces la izquierda no veía con buenos ojos al MNR. No lo veía por cier­tos resabios fascistoides que tenía el MNR, por cierta simpatía por Alemania, que va perdiendo rápidamente a medida que se masi­fica dicho Movimiento. El MNR una vez tomado el poder, Paz Estenssoro estaba exiliado en la Argentina, como casi todos los dirigentes bolivianos habían estudiado o aquí en La Plata o en Salta o acá en el país, tomado el poder, el Movimiento toma las siguientes actitudes, estoy hablando de abril del 52. El go­bierno de la Revolución Boliviana no cayó en algunos de los errores de la mexicana, pues aprovechó de sus experiencias; pero es­tuvo limi­tada como cualquier revolución nacional lati­noameri­cana. Llevó a las masas indígenas a participar en la vida polí­tica, instauró el voto universal tanto para alfabetos como para analfa­betos, con la oposición del Partido Comunista boliviano. El 31 de octubre de 1952, el gobierno nacionaliza las minas de los tres magnates del estaño. Bolivia dependía del estaño, de­pendía del parador internacional del estaño, y de los tres llamados ba­rones del estaño, que habitualmente residían en el ex­terior, y de cuando en cuando iban a ocupar ministerios en Boli­via. Éstas son palabras de Paz Estenssoro cuando naciona­liza las minas: Esta mañana, en el campo de María Barzola húmedo todavía de la sangre derra­mada en la masacre de Ca­taví, se ha firmado el Decreto por el que se nacionalizan las minas de Pa­tiño, Ho­chschild y Ara­mayo... los tres barones del estaño. El con­traste entre las minas de extraordinaria riqueza y el atraso y la po­breza generales del país, hizo posible el cre­ci­miento del des­proporcionado poder de los grandes mineros. Ello fue agra­vado luego, por una legislación excesivamente li­beral en la que no se contemplaba obligación social alguna y apenas sí in­significantes cargas tributarias. Ese poder econó­mico que se hizo dueño a breve plazo del poder político, de­formó cruel­mente toda la vida boliviana. Quizo hacer de una Nación y de tres millones y medio de hombres libres una fac­to­ría acomo­dada a los intereses explotadores de tres indivi­duos. El 2 de agosto del año siguiente, es decir del 53, se aprueba la ley de Reforma Agraria, por el cual el 40% de las tierras labo­ra­bles pasaron a manos directas del campesinado. En julio del 52 se había instaurado el voto universal.
Bueno, yo en un trabajo que he escrito, y que El Mate pu­blicó en Ciencias Sociales, supongo que aquí lo repartirán, ter­minaba esta brevísima historia de Bolivia diciendo que el pueblo armado venció al ejército profesional en las jor­nadas revolu­cionarias de abril. En la ciudad de La Paz, que para entonces apenas te­nía 350 mil habitantes, el MNR podía movilizar en un par de horas cinco mil hombres armados. Terminado el flujo revolu­cionario, en el partido gober­nante se fueron perfilando dos grandes sectores. La historia posterior marcó el fracaso de un movimiento populista y sus limitaciones ideológicas, como en el resto de América Latina. Pero en su momento significó una vic­toria contra la es­clavi­tud en el campo, contra el despojo de las comunidades agrarias, contra el militarismo y el privile­gio. Es­tos antecedentes deben haber pesado en la estrategia del Che cuando eligió el Altiplano para desarrollar su lucha.
Bueno, a mí me cabe, ya se terminó el tiempo, hacer una re­fe­rencia última a la concurrencia a esta charla, la avidez de co­no­cimiento de las jóvenes generaciones y, por qué no, la emo­ción que sentimos cuando nos damos cuenta que nos estamos code­ando con la historia. América Latina, tal cual la pensó Bolí­var, tiene que transformarse en una sola nación, manteniendo sus dife­renciaciones culturales y hasta étnicas. Recién hablaban de 36 naciones dentro de Perú. Yo no sé, la Argentina no tiene 36 na­ciones, pero que el norte no es igual al sur, de eso estoy seguro. Pero de lo que sí estoy seguro que el drama latinoameri­cano está marcado por el imperialismo norteamericano y que en este mo­mento, bajo mi óptica, hay dos tareas fundamentales a desarrollar. Luchar contra el imperialismo norteamericano, y proteger a una revolución socialista a las puertas de la Florida, proteger a una isla que no es ni siquiera el tercio de la provincia de Buenos Ai­res, pero que sin embargo ha sabido utilizar la honda de David con­tra este Goliat que tenemos al norte.

G. Cieza:
Antes de pasar al debate les quería comentar que la próxima clase va a ser el sábado 6 de septiembre a partir de las 18 horas, y el tema va a ser "El Che y la Revolución Cubana". Serán do­cen­tes un representante de la Embajada cubana en la Argentina, Luis Mattini y Alexis Latendorf.
Vamos a pasar ahora a la parte del debate. Acá tenemos la primera pregunta. Creo que por el conte­nido está dirigida a Maz­zeo. De todas maneras, si alguno de los docentes quiere agregar algo, no hay ningún problema en que lo haga. La pre­gunta es: ¿podría aclarar el concepto de desarrollo del pensa­miento de Mariátegui en un Perú no positivista?.

M. Mazzeo:
Lo señalaba porque, yo no lo dije, pero de algún modo la tra­dición positivista influyó fuertemente en toda la izquierda la­tino­americana, fundamentalmente en los dos países donde esta tradi­ción fue más fuerte, hablo de Argentina y de México. En­tonces, en la mayoría de los países latinoamericanos, el positi­vismo o una tradición racionalista que también derivó en posi­ciones pro euro­peas o europeístas, influyeron marcadamente. En Perú, el positi­vismo no arraigó, entonces tenemos que es el único caso o casi el único caso de desarrollo del marxismo que se da sobre una base no positivista. En realidad no quiero decir, esto es una ventaja de algún modo, pero es más señal del atraso del Perú que de una po­sición de desarrollo cultural. En realidad, el Perú era un país casi casi colonial hacia principios del siglo XX.

Pregunta:
(...)

M. Mazzeo:
Usa referentes no clásicos porque, justamente, al no tener su interpretación basamentos positivistas le permitió, de algún modo, tener una lectura distinta de la realidad, creo que por ahí viene la cosa. En realidad, el positivismo lo estoy planteando como una limitación para interpretar la realidad. Hablando con­cretamente, una concepción positivista en lugar de llevar a apre­hender esa realidad, llevó en muchos casos a negarla por negra, por india, por mulata, por mestiza.

G. Cieza:
Otra pregunta: ¿Podría explayarse sobre el pensamiento de Gramsci?.

M. Mazzeo:
Es realmente complicado hablar del pensamiento de Gramsci en ¿cuántos minutos tengo? No, no puedo decir nada en cinco minutos. Simplemente, que fue un heterodoxo del marxismo. Y cómo podríamos sintetizar la concepción gramsciana del mar­xismo. Podemos hablar de un marxismo, en el caso de Gramsci, que priorizó a los sujetos por sobre las estructuras. Creo que como elemento me parece fundamental para distinguirlo de otro tipo de interpretaciones de la historia del marxismo. Habría infi­nidad de elementos para señalar, no creo que se pueda hacer en tan poco espacio. Creo que, además, el pensamiento de Gramsci debería ser tema de un seminario, y que incluso en un seminario no se agotaría.

G. Fernández:
Con respecto al tema del positivismo, que viene enlazado con esta pregunta, creo que tiene que ver con lo que hablamos al co­mienzo, y es la intencionalidad directa del modo de cono­cimiento que transmite la Cátedra. En ese sentido, la reivindica­ción de Mariátegui, la reivindicación de Gramsci que se hizo, obviamente entra dentro de un pensamiento heterodoxo y crea­tivo. Lo que a nosotros nos interesa remarcar dentro de los an­tecedentes revolu­cionarios es la existencia de pespuntes de ese pensamiento en la Argentina también, que a veces se deja pasar de largo. Germán Ave Lallemant, por ejemplo, un alemán mar­xista de fines de siglo pasado, entre muchos otros, Manuel Ugarte, Raúl Scalabrini Or­tiz, Arturo Jauretche, John William Cooke, que hablábamos an­tes; implica una diversidad creativa, sin desdeñar elementos clási­cos de la literatura política univer­sal, pero tomando como pa­ra­digma ese tipo de realidad criolla de la que hablaba Miguel Maz­zeo antes. En ese sentido, cree­mos que el latinoamericanismo ra­dicalizado del Che Guevara no está para nada por fuera de esa tradición. Obviamente le incor­pora las características puntuales de una recreación del mar­xismo en los años 60, lo cual le da todo un tono particular. Pero viene dentro de esta tradición heterodoxa.

G. Cieza:
Acá hay una pregunta, dice: Ampliar el segundo período del marxismo latinoamericano. Como este concepto lo propuso Maz­zeo, creo que tiene que responder.

M. Mazzeo:
Sí, me estoy basando en una periodización de un autor fran­cés que es Michel Lowy. Cuando habla del marxismo latinoa­meri­cano, decía yo, nombraba tres períodos, distinguía tres pe­ríodos. El segundo dije que iba del 35 al 59, período que coin­cide con la hegemonía de las posiciones stalinistas, aunque no sólo del stali­nismo. Cuando hablamos de esta polémica, o de este debate entre exotistas y europeístas, de algún modo el eu­ropeísmo puede iden­tificarse con el Partido Comunista o las concepciones stalinistas. Ahora, si nosotros vemos que la con­clusión del exotismo era exac­tamente igual a la del europeísmo, vemos que hay una coin­ci­dencia fundamental. De todos modos, hablando de lo que era la izquierda, es claro que más allá de la existencia de grupos ajenos al Partido Comunista, los partidos comunistas eran, a nivel lati­noamericano, uno de los sectores más importantes de la izquierda. Ser de izquierda era ser de al­gún partido socialista o básicamente era ser del Partido Comu­nista. Entonces, yo señalaba este se­gundo período porque la ex­periencia política, la experiencia vital del Che se va a dar en este período. Este segundo período va a ca­racterizar al mariate­guismo, y lo digo casi casi en palabras textua­les, como el con­junto de ideas falsas sobre la realidad y (...) de la realidad. Es decir, ser mariateguista a partir de la década del 30, del 35 con­cretamente, era ser casi casi un traidor. Entonces, digo, por esto el Che no lo conoce a Mariátegui, porque la cultura polí­tica de la izquierda en general, hay excepciones, du­rante todo este se­gundo período, ignoró a Mariátegui. Es un pe­ríodo que asume la concepción que ustedes tienen más blindada del marxismo, para usar una palabra dura, la versión más blin­dada de la dialéc­tica, un período dogmático, un período bastante poco creativo, por otra parte. Entonces, no es casual que una fi­gura como la de Mariátegui haya sido prácticamente ignorada. Y otra cosa, en el año 29 se realiza en Buenos Aires, aunque por cuestiones de clandestinidad figura en los libros a veces como en Montevideo, un congreso muy importante de la sección sudame­ricana de los distintos partidos comunistas. En el Perú no existía todavía el partido comunista y Mariátegui se negaba a crearlo, prefería man­tener el nombre de Partido Socialista. En ese con­greso de Buenos Aires, las posiciones de los peruanos redactadas por Mariátegui y expuestas en ese congreso por dos delegados pe­ruanos, Julio Por­tocarrero y Hugo Pesce, bueno me acordé de una cosa, Hugo Pesce era un importante médico lepró­logo y el Che va a estar en su casa en su primer gran viaje con Granado, concretamente. Bueno, lo concreto es que las posicio­nes de los peruanos redacta­das por Mariátegui son rebatidas en este con­greso. El Partido Comunista del Perú se va a crear en la cha­cra (...) en Perú, en 1930, dos meses des­pués de la muerte de Ma­riá­tegui. Y junto con la crea­ción del Par­tido Comunista pe­ruano se inicia este período de ocul­tamiento y de oscuridad en torno de la historia y figura del pensamiento de Mariátegui. No sé si está más o menos respondida la pregunta, se puede hablar mu­cho de este segundo período. En síntesis, este pe­ríodo nos habla de una etapa poco creativa desde el pensamiento, y desde el punto de vista de las prácticas, más allá de algunas ac­ti­tudes dignas, pode­mos destacar que fue una prác­tica bastante reaccio­naria en líneas generales, o poco popular o poco revolucio­naria, mejor dicho.

G. Cieza:
Acá viene una pregunta caminando, dice así: Un pensador fundamental de gran creatividad en el final de ese segundo pe­ríodo que desarrolla unilateralmente y sin o poco dogmática­mente fue Silvio Frondizi. Aporta el concepto de integración mundial del capitalismo, entre otros aportes. Esto es un aporte.

M. Mazzeo:
Sí, yo estoy de acuerdo con lo que señala el compañero. In­cluso creo que Silvio Frondizi, antes que el Che, va a decir que las burguesías nacionales en América Latina no tienen posibili­da­des de encabezar ningún proceso de liberación nacional. Ma­riáte­gui también lo decía mucho antes que Silvio Frondizi, pero Silvio Frondizi lo va a destacar. Lo que también es muy difícil, además, porque las periodizaciones son siempre arbitrarias, yo no sé si pensar a Silvio Frondizi como un pensador del segundo período. Tiendo a vincularlo más con la post Revolución Cu­bana, verlo ya como fruto de esa época, verlo después del 59, más allá de que parte de su obra sea anterior.

J. Pérez:
Sobre Silvio Frondizi, para que vean cómo se pensaba en la época. Él, aparte de las cuestiones que han expresado los com­pa­ñeros, analizó qué iba a pasar con las promesas hechas por Arturo Frondizi, y estuvo completamente acertada. Ahora, qué decían sus detractores, entre ellos el Partido Comunista. Decían: Silvio Frondizi se dio cuenta que Arturo Frondizi iba a traicio­nar porque como era el hermano sabía que era un hijo de puta...

G. Cieza:
Bueno, si no hay otra pregunta o reflexión me queda agrade­cer a los docentes que han estado presentes hoy, y muy especial­mente al compañero Orlando Díaz de la Embajada de Cuba, y también a todos ustedes que en esta actividad que hemos ini­ciado hoy, con más de mil inscriptos, creo que para una cátedra de la universidad representa un hecho histórico en la Universi­dad de La Plata. Muchas gracias a todos.


Bibliografía
Contexto histórico de la revolución latinoamericana

1- Historia de la América Latina durante la primera etapa de la crisis general del capi­ta­lismo (1917-1939). Edic. Combi­nado Poli­grá­fico Evelio Rodríguez Cur­belo. "Contradicciones interimperialis­tas en América Latina entre las dos guerras mundiales (1917-1939)" (cap. 1, pp. 3-30).
2- Jaime Wheelock Roman. Raíces In­dígenas de la lucha anticolonialista en Nica­ragua. Editorial Nueva Nicaragua. V. "Las luchas civiles por la indepen­dencia. Fie­bres y serviles" (pp. 86-108). VI. "La gue­rra de las comunidades, 1881" (pp. 109-118). Biblio­grafía bá­sica citada.
3- Fernando Centeno Zapata. Prime­ros pasos del socialismo en Nicaragua. Club del libro nicaragüense. "Presencia del socialismo en Nicaragua. Primera etapa". "El Partido Trabajador Nica­ra­güense (PTN). Segunda etapa".
4- Sergio Ramírez. El pensamiento vivo de Sandino. Editorial Nueva Nicaragua. "Cronología de Augusto César San­dino. 1895-1934".
5- Abel Alexis Latendorf. Bolivia 1952. Revo­lución o rosca. Buenos Aires, 1997.
6- José Martí. Obras Completas. Tomo I: "Política y revolución". Editorial Na­cional de Cuba, La Habana, 1963. Pró­logo, por Juan Marinello (pp. 15-20). - "Cuba y los Es­tados Unidos" (pp. 230-241). "¿Queremos a Cuba?", por The Manufacturer. "Una opi­nión proteccio­nista sobre la anexión de Cuba", por The Evening Post. "Vindicación de Cuba". - "1892" (pp. 278-284). "Bases del Partido Revolucionario Cubano". "Estatutos secretos del Par­tido".
7- Julio Antonio Mella. Escritos revo­luciona­rios. Siglo Veintiuno, México, 1978. "Glosas al pensamiento de José Martí" (pp. 116-121).
8- Néstor Kohan. "El marxismo en América Latina. Julio Antonio Mella". En: Crítica de nuestro tiempo, Nº 9, Ju­lio-agosto-septiembre de 1994.
9- Aníbal Ponce. Obras Completas. Tomo 4. Ed. Cartago, Bs. As., 1974. "La unión lati­noamericana" (pp. 521-523).
10- Deodoro Roca. "La juventud uni­versi­taria de Córdoba a los hombres li­bres de Sudamérica". (Manifiesto Li­minar de la Re­forma Universitaria de 1918). En: Alberto Ci­ria y Horacio San­guinetti. Los Re­formistas. Jorge Álvarez Ed., Bs. As., 1968.
11- José Carlos Mariátegui. "Presentación de Amauta". Septiembre de 1926. "Polémica con el Aprismo". Julio-noviem­bre de 1929. "Heterodoxia de la tradición". Noviembre de 1927. "Bolschevikis, aquí". Abril de 1918. "El exilio de Trotsky". Fe­brero de 1929. "Punto de vista anti-impe­rialista". Ju­nio de 1929.
12- Miguel Mazzeo. Volver a Mariáte­gui. Ed. del Centro de Estudios Universi­tarios José Carlos Mariátegui, Buenos Ai­res, 1995. In­troducción (pp. 11-17). Cap. 1: "Mariátegui y el marxismo la­tinoameri­cano. Crítica a una lectura heredada" (pp. 19-32). Cap. 3: "Mariátegui y la crisis del marxismo" (pp. 39-49). Cap. 6: "El mito. Mariáte­gui y Cooke" (pp. 71-78).
13- Néstor Kohan. "Los combates de Mariá­tegui. Una aproximación político filosó­fica a su obra". En: Mariátegui. His­toria y presente del marxismo en América.
14- Julio Gambina. "Actualidad de Ma­riáte­gui en la agenda de la iz­quierda a fi­nes del siglo XX". En: Ma­riátegui. Historia y pre­sente del mar­xismo en América.
* La Cátedra recomienda, para este tema, la lectura de:
- Gregorio Selser. Sandino, general de hombres libres.
- Gregorio Selser. El pequeño ejér­cito loco.

Los cuadernillos de las desgrabaciones y de los textos que se indican en la bibliografía están disponibles para consulta en la Biblioteca Popular Héctor Germán Oesterheld.